domingo, 28 de noviembre de 2010

QUIEN TE QUIERE COMO YO, DE CARLOS BAUTE.

¿ TE HE DICHO ÚLTIMAMENTE LO MUCHO QUE TE QUIERO?

EL DÍA MAS FELIZ. DE EDGAR ALLAN POE.

QUISIERA DEDICAR ESTE POEMA A UNA AMIGA MUY ESPECIAL, QUE HOY CUMPLE AÑOS, ¡¡ FELICIDADES LADY AGATHA!!

El día más feliz.


El día más feliz, la hora más feliz
Mi marchito y yerto corazón conoció;
El más noble anhelo de gloria y de virtud
Siento que ya desapareció.

¿De virtud, dije? ¡Sí, así es!
Pero, ay, se ha desvanecido para siempre.
El sueño de mi juventud
Mas dejadlo ya desvanecerse.

Y tú, orgullo, ¿qué me importas ahora?
Aunque pudiera heredar otro rostro,
El veneno que has vertido en mí¡
Permanecerá siempre en mi espíritu!

El día más feliz la hora más feliz
Verán mis ojos -sí, los han visto-;
La más resplandeciente mirada de gloria y de virtud
Siento que ha sido.

Pero existió aquel anhelo de gloria y de virtud,
Ahora inmolado con dolor:
Incluso entonces sentí que la hora más dulce
No volvería de nuevo,

Pues sobre sus alas se cernía una densa oscuridad,
Y mientras se agitaba se derrumbó un ser
Tan poderoso como para destruir
A un alma que conocía tan bien.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

APOLOGIZE, DE ONE REPUBLIC.



EN OCASIONES CAUSAMOS DAÑO A QUIEN QUEREMOS SIN DARNOS CUENTA, NUNCA ES TARDE PARA UNA DISCULPA.

ELLA, 3ª Parte: La Carta.



Pasaba el tiempo y cada vez perfeccionaba más mi manera de interpretar al piano, pero no lograba olvidarme de Ella, era mi primer pensamiento del día, el último de la noche, y era con Ella con quién soñaba todas las noches, ¿como olvidar a alguien que tenía clavada tan profundamente en el corazón? La verdad es que era incapaz de contestar esa cuestión.

Yo continuaba imerso en mis estudios de música, hasta que conseguí convertirme en un virtuoso pianista, que poco a poco iba adquiriendo algo de fama en toda la cuidad de Viena. Esta fama incluso llegó a oidos del Emperador del Imperio Austro-Hungaro, y este quiso escucharme tocar el piano.

¡Dios mio! ¡ Yo tocando en la corte! No lo podía creer, estaba tan emocionado y a la vez tan nervioso, las dudas me asaltaban, ¿y si me equivocaba?, ¿y si el piano no estaba bien afinado?, ¿y si se partía alguna cuerda?, ¿y si.......?

Todos mis temores y nervios desaparecieron cuando comencé a acariciar suavemente las teclas de mi piano, me sentía tan agusto y relajado, que nada, absolutamente nada, podía salir mal.

Cuando terminé mi interpretación, la sala quedó en silencio por unos instantes, hasta que el mismo Emperador se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir mi actuación, en seguida todos los cortesanos le siguieron en sus aplausos, el sonido era tronador. La ovación se extendió durante unos minutos, yo no dejaba de hacer reverencias, estaba tan contento, que tenía ganas de saltar y gritar de alegría.

Esta actuación en la corte me consagró como un gran concertista de piano, y mi fama comenzaba a cruzar las froteras, querían oirme tocar en los lugares más diversos del mundo.

Y fue así como comencé a viajar por todo el mundo tocando el piano.

Di conciertos por todo el mundo, en todas las cortes de Europa, menos en la corte de España, me resistía en volver a mi pais natal, quería alejarme y olvidar. Toqué el piano ante Reyes, ante el Zar de todas las Rusias, ante el mismo Kaiser de Prusia, ante el Chá de Persia, el Maharajá de Kapurthala, el emperador de China, el Shogun de Japón, ante los presidentes de los jovenes y recien fundados paises de América....

He visto los lugares más bellos del mundo, las piramides de Egipto, y las de México, la ciudad de Petra, el Taj Mahal, la gran Muralla y la Ciudad Prohibida en China, las cabezas gigantes de piedra de la isla de Pascua.... He viajado por todos los mares y oceanos de este planeta, he atravesado el Himalaya, viajado por el Amazonas, he visto los canguros en Australia, los grandes cocodrilos del Nilo, las grandes manadas de búfalos de las llanuras Norteamericas, las ballenas surcando los mares y he conocido a hombres de todas las razas de este mundo.

También he conocido a mujeres, a muchas mujeres, intentando olvidarme de Ella, pero el problema estaba en que ninguna me hacía sentir lo que Ella era capaz de hacerme sentir, ninguna de estas mujeres me llenaba emocionalmente, en definitiva ninguna de estas mujeres era Ella.

Estando el Moscú, en la corte del Zar de Rusia, que no era la primera vez que tocaba él piano aquí, llevaba yo varios días con un mal presentimiento, como si algo malo fuese a pasar, algo que me tenía nervioso y desconcentrado, tanto que tuve que suspender algunos de mis conciertos. Y fue entonces cuando me llegó una carta, una carta que venía de España. En un principio temía leerla, por si eran malas noticias, pero sentía tanta curiosidad por tener noticias de mis seres queridos que al final me decidí a leerla. Al abrirla obsevé que en el sello estaba el emblema de la familia de Ella, ¿pudiera ser una carta de Ella?
¡No!, no era una carta de Ella, era su madre quien me escribía, me pedía, más bien me suplicaba que volviese, Ella estaba gravemente enferma y pedía poder verme, queria hablar conmigo.

¿Este era el mal presentimiento que sentía? Supongo que cuando se ama a alguien como yo amo a Ella, uno presiente el dolor y el peligro de la persona amada. Tenía que ir a su lado cuanto antes sin perder tiempo.

- ¡Rápido!- grite a mi criado- salgo de viaje, preparadme algo de equipaje.
- ¿A donde vamos Señor?- me preguntó mi criado.
- No amigo, parto solo el tiempo apremia, hace ya mas de dos semanas que me enviaron esta carta. He de volver a España cuanto antes.- le dije.
- Le prepararé un carruaje, Señor.- añadió mi criado.
- No, es demasiado lento, preparadme el mejor caballo y un equipaje lo más ligero posible, salgo de inmediato.- le ordené.

En cuestión de media hora todo estaba preparado para mi partida, me subí a lomos de mi caballo y le dije a mi criado, que más que un criado era un amigo:
- Arregla todos mi asuntos aquí y reunios conmigo en España en cuanto podais.
- Así lo haré. Id con Dios- me dijo.
Piqué espuelas y salí al galope, tenía que llegar a España cuanto antes. No me importaba el frio, ni la lluvia, ni el viento, ni el barro del camino, cabalgaba raudo y veloz hasta agotar a los caballos, solo me detenía en las paradas de postas para sustituir a mis agotados caballos por otros de refresco, cabalgaba sin descanso tanto de dia como de noche.

Durante una noche atravesando los bosques de Centroeuropa, oí los aullidos de los lobos que me acechaban en la oscuridad. Había escuchado muchas leyendas sobre seres de la noche que merodeaban por estos bosques alimentandose de carne y de sangre humana, pero no podía perder ni un segundo, así que los asustaba con un disparo de mi pistola, tampoco quería hacer daño a ninguno de estos animales.

En pocos días había atravesado toda Europa hasta llegar a los Pirineos, ya estaba en mi Patria, pero aún me quedaba unas jornadas de viaje hasta llegar a Andalucia y a mi hogar. Estaba agotado por el viaje y por las noches sin dormir, pero no me podía permitir el lujo de descansar, tenía que verla a Ella cuanto antes, ese deseo de verla era lo que me daba energía para seguir sin desfallecer.

Seguía cabalgando sin descanso y cambiando de montura varias veces al día, no sé ni cuantas veces había cambiado de caballo, pero fueron muchos, muchísimos.

Por fin llegaba a Andalucía, en el amanecer del septimo día de viaje llegué a Andalucía. Mi caballo estaba tan cansado que tuve que apearme y continuar por un tiempo a pie. Por suerte llegué a una Hacienda que no me era desconocida y donde podía solicitar ayuda.

lunes, 22 de noviembre de 2010

viernes, 19 de noviembre de 2010

ADIOS PARA SIEMPRE.



ESTE ES UN VIDEO QUE ME HA IMPACTADO MUCHO, EXPRESA TANTO DOLOR POR CULPA DE UNA TRAICIÓN.
Y LA MÚSICA ES MUY BUENA.

domingo, 14 de noviembre de 2010

UN MOMENTO DE RELAX.

NOSTALGIA-ENAMORADO.



ES HERMOSÍSIMO.

ROMANCE.

ELLA. 2ª Parte: La declaración.

Oía como llovía tras los cristales del gran ventanal de la sala, y escuchaba los truenos que se producían en el exterior, como las cortinas que cumbrian el ventanal estaban echadas, y eran gruesas y de un color oscuro, no lograba ver el fogonazo de los relampagos.

Mientras yo seguía interpretando una pieza tras otra, sin descanso, y continuaba recordando lo ocurrido en mi pasado.





Pasaron los años y como es natural, mis estudios me llevaron lejos de la Villa. Estudié en Sevilla, en un colegio interno, estudiaba letras, ciencias, filosofia y lo que más me gustaba, música, sobretodo el piano, adoraba el piano. Como es lógico también estudiaba las cosas típicas que debía saber todo un caballero, equitación, esgrima y el manejo de armas de fuego, tanto largas como cortas.

Siempre estaba esperando con impaciencia el momento de regresar a casa, aunque solo fuera por unos pocos días, y poder volver a verla, pues de lo que realmente estaba seguro en esta vida, es que Ella era lo más importante para mí, más importante que mis estudios, más que todas las riquezas de este mundo, más que mi propia vida.

Cuando llegaba a casa lo primero que hacia era ir a buscarla, necesitaba volver a verla, escuchar su voz, y sus risas, esa risa que era contagiosa para mí.
¡Ah! Esa risa, a Ella le gustaba mucho gastarme bromas, y se reía, como se reía. Yo por mi parte siempre me ponía serio y la miraba fijamente, cuando Ella se percataba de mi seriedad me miraba seriamente dejando de reir, entonces yo solía decirle:

- ¡Sabéis! Algunas veces os mataría, pero por vos yo siempre mataría.

Ella me contemplaba sonriente y al final reíamos los dos a carcajadas.
¡Dios! Como me gustaba estar con Ella, estaba totalmente enamorado de Ella, y lo que más me gustaba era cuando Ella tocaba su arpa y yo mi piano, le encantaba escucharme tocar durante horas, solía decir que era lo que más echaba de menos cuando yo estaba fuera.

Después de un par de años de estudios en Sevilla, continué mis estudios en Madrid, los colegios de la capital, eran los mejores del país, sobretodo me centraba en el piano, quería llegar a ser un concertista de piano.

Por desgracia mis regresos a Andalucia eran ahora menos contínuos, y pasaba casi la mayor parte del año en Madrid, solo disponía de un mes en el verano para poder regresar a casa.

El verano del segundo año, tras haberme marchado a Madrid, me decidí, tenía que declararme a Ella, confesarle que la amaba y que quería pasar toda mi vida a su lado, porque Ella para mí era todo lo que quería, era todo lo que necesitaba, Ella lo era todo para mí....

Cuando regresé a casa, solo pensaba en abrirle mi corazón y confesarle mis sentimientos. La encontré algo rara, como decirlo..., como menos alegre, podía en ocasiones ver algo de tristeza en su mirada, y a menudo se pasaba días enteros encerrada en casa, sin salir. Algo que me parecía muy extraño en Ella, que siempre estaba alegre y le encantaba salir a pasear por los jardines oliendo toda clase de flores.

Le propuse merendar una tarde junto al río, y Ella aceptó, esa seria mi oportunidad, ese sería el momento apropiado para declararle mi amor.

La tarde era perfecta, con una temperatura agradable y una leve brisa, tan suave que parecia acariciarte el rostro, sentados a la sombra de los álamos la merienda transcurrió agradablemente entre risas y carcajadas, recordando anécdotas de nuestro pasado. Sus risas eran como música celestial para mis oidos.

Tras la merienda cuando estabamos más relajados, tomando una copa de vino, me atreví, le pedí que se pusiese en pie y yo me arrodillé ante Ella y se lo confesé todo, todo lo que sentía por Ella, todo lo que la amaba, que deseaba casarme con Ella y pasar toda la vida juntos. Ella era mi mundo, era mi cielo, era todo mi universo. era,,,,,, era lo que más deseaba en esta vida, y diciendole esto, le ofrecí un anillo de oro rojo con un diamante azul, y dos esmeraldas, cada una de ellas a cada lado del diamante, algo más pequeñas que hacían juego con sus hermosos ojos.

Ella se giró dandome la espalda y me confesó que me queria como a un amigo, como se puede querer a un hermano, pero nada más, que Ella ya sospechaba lo que yo sentía, pero que no podía corresponderme, porque sus sentimientos eran distintos. Después de esto Ella se marchó corriendo, y me pareció ver algunas lágrimas en su rostro mientras se alejaba velozmente.

Me quedé petrificado, allí arrodillado junto al rio, como un necio pensando en lo ocurrido, ¿por qué me ha rechazado?, ¿es que no me quiere?, ¿la he ofendido en algo?, ¿no soy digno de Ella?, ¿tiene algún enamorado al que desconozco?, pero lo que más me daba vueltas en la cabeza era, ¿por qué se marchó corriendo y llorando?....

Después de más de una hora de pensar allí junto al rio, necesitaba algunas respuestas, así que me decidí ir a su casa para disculparme y preguntarle ciertas cuestiones. Me recibió su madre y me imploró que me marchase, Ella no quería verme, se habia encerrado en su  recámara y no queria abrirle la puerta a nadie. Viendo que era imposible conversar con Ella me marché de aquella casa.

En varias ocasiones volví a su casa pero siempre encontraba la misma respuesta, Ella no deseaba verme. Tampoco podía abordarla en la calle, pues nunca salía de casa. Todo esto me desesperaba, no sabía que hacer, lo único que se me ocurrió fue marcharme.

Tenía que marcharme, tenía que matar este dolor que me estaba destrozando el corazón, tenía que olvidar el pasado, y centrarme en otras cosas para darle sentido a mi vida, ¡claro!, ¡por supuesto, la música!

Pensé que lo mejor era marcharme, lejos, muy lejos, lo más lejos posible, tenía que poner tierra de por medio, para así olvidarme de lo ocurrido, lo tenía decidido, me marcharía a estudiar piano a Viena, este era el mejor lugar para perfeccionar mis conocimientos sobre piano, y así lo hice.

sábado, 13 de noviembre de 2010

LA CUIDAD EN EL MAR, DE EDGAR ALLAN POE.

¡Mira! La muerte ha levantado su trono
en una extraña y solitaria ciudad
allá lejos en el Oeste sombrío,
donde el bueno y el malo y el mejor y el peor
han ido a su reposo eterno
Allí hay cúpulas y palacios y torres
(torres devoradoras de tiempo que no se estremecen)
que no se asemejan a nada que sea nuestro.
En los alrededores, olvidadas por vientos inquietos,
resignadas bajo el cielo,
reposan las aguas melancólicas.

La luz del santo cielo no desciende
a esta ciudad de la noche eterna.
Pero el brillo lívido del mar
proyecta silenciosas columnas,
-resplandecen los pináculos por todas partes-
Cúpulas-agujas, salones reales,
pórticos, paredes de estilo babilónico,
sombrías y olvidadas glorietas
de hiedra tallada y flores de piedra,
y muchos, muchos maravillosos templos
cuyos imposibles frisos entrelazan
la viola, la violeta y la vid.

Resignadas bajo el cielo
reposan las aguas melancólicas.
Tanto se funden las torres y las sombras
que parecen péndulos en el aire
mientras que desde una altiva torre en la ciudad
la muerte atisba hacia abajo desde su enormidad.

Allí las tumbas abiertas
bostezan sobre las olas luminosas,
pero no sobre las riquezas que yacen
en cada ojo diamantino del ídolo
-los muertos alegrementes enjoyados no
tientan las aguas desde sus lechos;
pues no se rizan las ondas, ¡ah!,
en este desierto de cristal-
Ninguna temblor sugiere que los vientos
están en algún mar lejano y feliz.
Ninguna ola sugiere que los vientos han estado
en mares menos espantosamente serenos.

¡Pero, mira! ¡Algo se agita en el aire!
La ola. ¡Hay un movimiento allí!,
como si las torres se hubieran apartado,
sumergiéndose lentamente, la cansada marea,
como si sus cimas débilmente hubieran dejado
un vacío en el brumoso cielo.
Las olas tienen ahora un tono rojizo
respiran desmayadas y lentas.
Y cuando ya no hay lamentos terrenales
baja, baja esta ciudad hasta donde se quedará eternamente.
El infierno, elevándose desde mil tronos,
le hará reverencias.

viernes, 12 de noviembre de 2010

DIAS DE LLUVIA. DE OBK.

WHY!. DE ENIGMA.

ELLA. 1ª Parte: La llegada del Ángel.

Estaba yo paseando por el inmenso jardin de mi hacienda, cuando la noche cayó como sin darme cuenta, era una fría noche de luna llena, a la vez había una leve bruma que dibujaba sobre la luna un aro dorado, haciendola mucho más bella. La tenue luz de la luna dibujaba unas sombras fantasmagóricas, los árboles, arbustos y plantas que formaban el hermoso jardín durante el día, durante la noche parecía un aquelarre de espectros retorciendose. No soy capaz de calcular cuanto tiempo estuve caminando sin rumbo, cuando ya el frío parecía adormecer mis músculos, decidi entrar en casa para resguardarme de este frio que parecía como si cortase la carne de mi cara.

Entre en el salón, el cual estaba totalmente a oscuras, solo el fuego de la chimenea iluminaba de algun modo la estancia a la vez que su calor la hacia mucho más acogedora, me serví una copa de brandy, y me dejé caer en el sillón justo enfrente del fuego, allí permanecí por un tiempo contemplando el fuego y saboreando mi copa.

Cuando de repente el gran reloj de péndulo que estaba en la sala empezó a dar campanadas, doce fueron las campanadas que escuche. Un nuevo dia ha llegado, un dia terrible para mí, pues hoy hace justo un año que Ella me abandonó, Ella se marchó dejándome solo y causándome un dolor que a día de hoy no he podido superar, una dolor tan grande que ni arrancandome el corazón desaparecería.

Fue entonces cuando me levanté me acerqué a mi amigo, si porque él era mi único amigo, el único en el que encontraba consuelo, era.... mi piano, un gran piano de cola, de color negro como una noche sin luna y brillante como la oxidiana. Comencé a acariciar sus teclas, no necesitaba partitura, pues conocia la melodía de memoria, de todos modos la poca iluminación de la sala me haría imposible la lectura de cualquier partitura.
Con esta música comence a recordar mi historia:

Tendría Ella unos cinco años cuando la ví por primera vez, yo tenía un par de años más, Ella llegaba a la Villa con su familia, venian a vivir aquí, tras haber pasado unos años en las Américas.

Ella era una pequeña preciosa, con un rostro angelical, unos ojos preciosos, ojos color esmeralda y una melena larga del color del azabache. Recuerdo que estaba junto a mi madre cuando la ví por primera vez:
- Madre, ¿es eso un ángel?- le pregunte.
- Tal vez hijo mio, tal vez.....- me respondio cariñosamente mi madre, mientras me sonreía.
No se yo si Ella fuese o no un Angel, lo único que sabía era, que esa critura de Dios, era la cosa mas maravillosa que mis ojos habían visto hasta el momento.
Al verla sentía un ardor, mi corazón latía con tal fuerza que parecía querer salirse de mi pecho, me quedé petrificado, no podía dejar de mirarla, me atraía como la llama atrae al mosquito hasta quemarle sus alas.

Con el paso del tiempo nos fuimos conociendo y nos convertimos en buenos amigos, en compañeros de juegos y de travesuras. Adquirimos tanta amistad que siempre estabamos juntos, ella tocaba el arpa y yo el piano, y solíamos quedar en mi casa para tocar juntos, recuerdo esos momentos como los más felices de mi infancia.

En una calurosa mañana de verano, tendría yo unos trece años, Ella y yo paseabamos por el mercado de la Plaza Mayor, acompañados de un criado que cuidaba de nosotros, cuando vimos a ciertos hombres que golpeaban a un muchacho, mas o menos de mi edad. Me sorprendía que aquel muchacho recibiera los golpes sin inmutarse ni quejarse por el daño sufrido.

- ¡¡Quietos!!- grité - Por amor de Dios deteneos todos.
- ¡Pero Señor! - replicó uno de estos hombres que golpeaban al muchacho.- este chico nos ha robado.
- Y se puede saber, ¿que es lo que ha robado?- pregunté.
- Un pollo, Señor.- contestó el carnicero.
- A mí me robó un pan.- dijo el panadero.
- Y a mí unas naranjas y manzanas.- replicó el frutero.
- Y por esta causa lo estais moliendo a palos, ¿tan grave es su delito? - pregunté.
- Pero, mi Señor, no es la primera vez que lo hace.- replicó el carnicero.
Entonces me giré hacia el muchacho, y le pregunté:
- ¿Por qué haceis esto?
El chico me miró a los ojos, y orgullosamente me contestó:
- Prefiero ser ahorcado por ladrón antes de que los mios pasen hambre.

Esta contestación me sorprendió gratamente, era un chico que estaba orgulloso de hacer lo que hacía y no le importaba el castigo, ví en su comportamiento un grado mayor de nobleza, que el que podría poseer cualquier caballero.

Recordé las palabras que decía mi difunto Abuelo: " La nobleza de un hombre, no se mide por su linaje, o las riquezas que posee, se miden con los actos que realiza en la vida."
El comportamiento de aquel chico me parecía muy noble.

Decidí entonces coger mi pequeña bolsa, donde guardaba el dinero y lo repartí entre los tres comerciantes.
- Esto es demasiado.- me dijo el panadero.
- Pues dadle comida suficiente como para cubrir lo que os entrego.- le respondí.
Así fue como el panadero, el frutero y el carnicero, le dieron sacos llenos de víveres al muchacho.
- Coged estos viveres, son vuestros.- le dije al muchacho.- y tomad este anillo, para que podais alimentar a vuestra familia por un tiempo.- le hice entrega de un anillo de oro que tenía grabadas mis iniciales.
- Yo no acepto limosnas.- me replico de forma altiva.
- No es una limosna, solo un prestamo, o si lo preferís podeis llamarlo un adelanto. Mañana puede presentarse vuestro padre en mi hacienda, para un trabajo de jardidero, ¡si os parece bien!.- le propuse a este, empezaba a caerme bien este chico.
- Mi padre murió hace ya más de un año.- me dijo.- si no os importa quizas me presente yo.
- No me importa, podéis hacer como os plazca.- le respondí.
- Pero no os prometo nada.- añadió mientras cogía los alimentos y se marchó.

Fue entonces cuando me dí cuenta que había repartido todo mi dinero entre aquellos que golpeaban al chico y que por lo tanto no podía hacer lo que le había prometido a Ella, me dirijí hasta Ella que se habia quedado unos pasos atras, y cogiéndola de la mano me disculpé:
- Lo lamento mucho, pero me temo que no podré compraros esas flores que os prometí, pues no me queda ni un solo real en la bolsa, por favor os ruego que me disculpeís.
Ella simplemente se quedó un momento mirandome a los ojos, sonrió y hacercandose a mí, me besó en la mejilla. Yo tomé esto como que aceptaba mis disculpas.
Sobre aquel chico, no se presentó en mi hacienda al día siguiente, supe por uno de mis criados que se habia marchado, junto con su familia de la Villa. Una lástima, ese chico me había causado una gran impresión, y me hubiese gustado ser su amigo.




viernes, 5 de noviembre de 2010

RELEASE ME, DE AGNES.

FIGHT FOR THIS LOVE, DE CHERYL COLE

DESDE LAS CRIPTAS DE LA MEMORIA, de Clark Ashton Smith.

Eones y eones atrás, en una época cuyos maravillosos mundos han desaparecido, y cuyos poderosos soles ahora son menos que sombra, moraba yo en una estrella cuyo curso, cayendo de los altos cielos sin retorno del pasado, pendía justo al borde del abismo en el cual, según afirmaban los astrónomos, su ciclo inmemorial encontraría un oscuro y desastroso fin.

¡Ah, extraña era esa estrella olvidada en las profundidades, más extraña que ningún sueño que haya asaltado a los soñadores de las esferas del presente, o que ninguna visión que haya flotado sobre los visionarios en su mirada retrospectiva hacia los pasados siderales! Allí, a través de ciclos de una historia cuyos amontonados anales inscriptos en bronce estaban más allá de toda tabulación posible, los muertos habían llegado a sobrepasar infinitamente en número a los vivos. Y construidos en una piedra que era indestructible salvo en la furia de soles, sus ciudades se levantaban junto a las de los vivos como las prodigiosas metrópolis de los Titanes, con muros que ensombrecían a todas las tierras circundantes. Y por encima de todo pendía la negra bóveda fúnebre de los crípticos cielos: una cúpula de sombras infinitas, donde el lúgubre sol, suspendido como una enorme y solitaria lámpara, iluminaba poco y, apartando su fuego del rostro del indisoluble éter, proyectaba sólo tenues y desesperados rayos sobre los vagos y remotos horizontes y amortajaba los ilimitados paisajes de esas tierras visionarias.

Éramos un pueblo sombrío, secreto y afligido, nosotros, los que morábamos bajo ese cielo de eterno ocaso ante el cual se recortaban las siluetas de los encumbrados sepulcros y obeliscos del pasado. En nuestra sangre corría el frío de la noche antigua del tiempo, y nuestro pulso languidecía con una reptante presciencia de la lentitud del Leteo. Sobre nuestros patios y campos, como invisibles e indolentes vampiros surgidos de mausoleos, se elevaban y fluctuaban las negras horas, con alas que destilaban una maléfica debilidad producto del oscuro dolor y la desesperación de muertos siglos. Los mismos cielos se hallaban cargados de opresión, y respirábamos bajo ellos como en un sepulcro, sellado para siempre con toda su estancación de corrupción y lenta decadencia, y con tinieblas impenetrables salvo para los agitados gusanos.

En sombras vivíamos, y amábamos como en sueños, como en los vagos y místicos sueños que se ciernen sobre los últimos límites del insondable reposo. Sentíamos por nuestras mujeres, con su pálida y espectral belleza, el mismo deseo que los muertos acaso sienten por las fantasmagóricas azucenas de los prados del Hades. Pasábamos nuestros días vagando por entre las ruinas de solitarias e inmemoriales ciudades, cuyos palacios de calado cobre, al igual que sus calles abiertas entre largas filas de esculpidos obeliscos dorados, se veían sombríos y mórbidos bajo la luz muerta, o yacían sumergidos para siempre en mares de inmóvil sombra; ciudades cuyos vastos templos de hierro preservaban aún su lobreguez de primordiales misterio y horror, y desde donde las esculturas de dioses siglos atrás olvidados miraban con ojos inalterables el cielo vacío de esperanza, y veían la noche ulterior, el olvido final. Lánguidamente cuidábamos de nuestros jardines, cuyas grises azucenas ocultaban un necromántico perfume que tenía el poder de evocarnos los muertos y espectrales sueños del pasado. O, errando a lo largo de campos de perenne otoño, del color de la ceniza, buscábamos las raras y místicas inmortales, de sombrías hojas y pálidos pétalos, que florecían bajo sauces de exangües follajes similares a velos; o llorábamos bajo un dulce rocío de nepente, junto al fluyente silencio de aguas aquerónticas.

Y uno tras otro fuimos muriendo, y nos perdimos en el polvo del tiempo acumulado. Y sólo veíamos a los años como una lenta sucesión de sombras, y a la muerte como el ceder del ocaso ante la noche.

TU AMIGO VAMPIRO, de Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont.


Sí, os supero a todos en mi innata crueldad, que no estuvo en mi mano reprimir. ¿Es esta la razón por la que estáis todos postrados frente a mí? ¿O bien el estupor de verme, fenómeno inaudito, recorrer como horrible cometa el espacio ensangrentado?.

Una lluvia de sangre brota de mi cuerpo inmenso, semejante a una nube negra que empuje ante sí el huracán. No temáis nada, hijos míos. No quiero maldeciros. El mal que me habéis ocasionado es demasiado grande; demasiado grande el mal que yo os he ocasionado, para que sea intencional. Vosotros habéis recorrido vuestro camino y yo el mío, ambos semejantes, ambos perversos. Era natural encontrarnos, dada nuestra afinidad. El choque que ha seguido al encuentro nos ha resultado recíprocamente fatal”.

Al llegar a este punto, los hombres empezarán a levantar las cabezas, adquiriendo de nuevo valor, y, para ver quién esta hablando, alargarán el cuello igual que caracoles. De repente, su rostro alterado, descompuesto, se deformará en una mueca tan monstruoso que incluso los lobos quedarán aterrorizados. Todos a la vez, los hombres se enderezarán de golpe, como un muelle gigantesco. ¡Cuántas imprecaciones!¡Qué clamor de voces! Me han reconocido. Y he ahí que los animales terrestres se unen a los hombres y hacen oír sus extraños alborotos. Ningún odio divide ya a ambas razas. El odio de cada uno está dirigido contra el enemigo común: yo. El consentimiento universal les une. Vientos que me estáis transportando, levantadme todavía más alto: temo la perfidia. Sí, desaparezcamos, poco a poco de su vista... Adiós, viejo, y piensa en mí, si me has leído...; y tú, joven, no desesperes. En efecto, tienes en el vampiro a un amigo, aunque seas de otra opinión. Si además, tienes en cuenta el ácaro sarcopto que te pega la roña, ¡tendrás dos amigos!