viernes, 16 de mayo de 2014

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, DE FRANCISCO QUEVEDO.


Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra
que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

sábado, 10 de mayo de 2014

LA DAMA Y EL ELFO, DE AUTOR DESCONOCIDO.




La Dama Isabel bordaba sentada en su alcoba,
mientras los mancebos la rodeaban alegres.
Entonces ella escuchó que un Caballero Elfo
soplaba su cuerno estremeciendo el cielo.
Era la primera semana de mayo.

Si tuviese aquel cuerno, ella dijo, Que oigo temblar,
al Caballero Elfo que lo toca en mi seno le dejaría reposar...

La Dama dijo las palabras en un suspiro,
y el Caballero Elfo en la ventana fue visto.

Es un asunto extraño, dulce doncella; dijo el Elfo.
Apenas he tocado mi cuerno cuando vuestros labios me convocaron.

¿Vendrá conmigo al Bosque Verde, doncella?
Pues si no lo desea, de todos modos lo hará.

Él salto sobre un corcel, la Dama sobre otro,
y hacia el Bosque Verde juntos cabalgaron.

Desmonta, Dama Isabel, este es el lugar;
este es el sitio en donde morirás.

Piedad, amable señor, piedad por esta doncella;
dejad que vea a mi padre, y a mi querida madre.

Siete hijas de reyes fueron muertas por mí,
y tu único destino es ser la octava.

Reposa conmigo, caballero, apoya tu cabeza en mi falda,
permite que descanse antes de vestir mi mortaja.

Se acercó a él y con caricias lo arrulló,
cautivo de sus encantos, el Elfo se durmió.

Con el cinto de su espada la doncella lo sometió,
y con su propia daga, herida mortal le dio.

Si siete hijas de reyes por tí fueron muertas,
yaced aquí, y sed un esposo para ellas.

sábado, 3 de mayo de 2014

ALMA DESNUDA, DE ALFONSINA STORNI.






Soy un alma desnuda en estos versos, 
alma desnuda que angustiada y sola 
va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola, 
que puede ser un lirio, una violeta, 
un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta 
 y ruge cuando está sobre los mares, 
y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla; 
alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla 
con sólo un corazón que se partiera 
para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera 
dice al invierno que demora: vuelve, 
caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve 
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
a campo abierto, sin fijar distancia,
y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia 
de un suspiro, de un verso en que se ruega, 
sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega 
y negando lo bueno el bien propicia 
porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia 
palpar las almas, despreciar la huella, 
y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella, 
como los vientos vaga, corre y gira; 
alma que sangra y sin cesar delira 
por ser el buque en marcha de la estrella.